lunes, 7 de noviembre de 2011

Chile en la crisis

Chile en la crisis


El mayor drama de la actual crisis no está en la caída de las Bolsas, en las insolvencias bancarias o en los millonarios planes de rescate. Estas son sólo sus primeras expresiones, que tienen realidad en los números, los gráficos, las cifras. Pero de estadísticas, balances y proyecciones nadie sufre o muere. Sí de lo que se nutren esas estadísticas: de producción, ventas, consumo. De recursos naturales, de trabajo. De vida.
El crack financiero es el aviso. Primero con el colapso de los gigantes financieros, que han requerido de billones de dólares y euros de los diferentes Estados para su subsistencia; más tarde, con la interpretación y efectos de ese colapso. Los mercados que apuestan y especulan no lo hacen sobre la fantasía. Siempre actúan sobre posibles eventos ulteriores, sobre la conformación de una eventual realidad. Si ahora se derrumban de la noche a la mañana -muchos han perdido en semanas la riqueza acumulada en años-, es también una señal: el futuro no es sólo incierto. Es peligroso, es oscuro.
Los efectos venideros en el corto plazo son tan sombríos como los pronostica el mercado: más turbulencias pero, sobre todo, una recesión que podría ser larga y profunda. Como la de 1929, dicen ya sin ninguna duda numerosos economistas. Pero tal vez también con enormes diferencias. Grande, histórica como aquel crack. Pero quizá mayor. Peor.
Los organismos internacionales han comenzado a difundir sus primeras proyecciones oficiales, que apuntan a un decaimiento de los indicadores que conectan a la economía con la vida real. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que los efectos de la crisis en el desempleo mundial serán caóticos: globalmente, unos 20 millones de personas pueden quedar sin trabajo de aquí a un año. De cumplirse ese pronóstico, en el mundo habrá 210 millones de trabajadores sin empleo.
La pérdida de empleos está directamente relacionada con el aumento de la pobreza. Algo nada nuevo y avisado hace unas semanas por el mismo Banco Mundial. Robert Zoellick, presidente de esta institución, lo dijo sin rodeos: “Cien millones de personas han caído en la pobreza este año y la cifra va creciendo”. Y en “esta catástrofe causada por el hombre”, serán, lo dijo también, los países pobres los más vulnerables.
Este fantasma rondó la Cumbre Iberoamericana de El Salvador, en la última semana de octubre. Un hecho casi seguro, explicó en la cita el presidente mexicano Rafael Calderón, será el aumento de la pobreza en los países de la región. El desafío, dijo, ya no es reducir la pobreza, sino evitar el aumento de la pobreza extrema.
Y de la pobreza, al hambre. Hacia la mitad de octubre, durante la celebración del Día Mundial de la Alimentación, convocado por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el secretario general, Jacques Diouf, mostró datos que debieran llenar de pavor. En los últimos meses 75 millones de personas han incrementado la cifra mundial de desnutridos, que llega a 854 millones de personas.

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Por: Francisca Alvarez

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